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El cuervo blanco

Texto

Érase una vez un cuervito llamado Albar. Tenía aquel nombre porque todas sus plumas eran muy blancas.

Un día, su madre le mandó llevar una comida que había preparado a la casa de su tía. Puso la comida dentro de una bolsa. Albar tomó la bolsa con el pico y echó a volar. 

La casa de su tía se encontraba un poco lejos. 

A mitad de camino, a Albar le entró hambre y aquella comida que había preparado su madre, le tentaba. Abrió la bolsa y se comió la mitad de la comida. Medio saciado, cerró la bolsa y llevó el resto a la casa de su tía.

Al volver a casa, mintió a su madre y dijo que había dado toda la comida.

Al día siguiente, su madre le mandó llevar una comida que había preparado a casa de su abuela. Puso la comida dentro de una bolsa. Albar tomó la bolsa con el pico y echó a volar. 
De nuevo,  Albar se vio tentado por la deliciosa comida que llevaba en la bolsa. Se detuvo en mitad del camino y comió la mitad. 

Al volver a casa, su madre preguntó si lo había llevado todo y Albar respondió que sí.

Un buen día, Albar se despertó y, al estirar sus alas, se sorprendió al ver que sus plumas blancas se habían vuelto completamente negras. Corrió hacia su madre y exclamó:

-¡Mamá, mamá! ¡Mis plumas están todas negras!

La madre observó con cara de preocupación y dijo:

- ¡Ah! Eso te pasa por haberte comido la comida que te di para tu tía y tu abuela. Y eso no está bien.

Albar no supo qué contestarle. Entonces, su madre continuó diciendo:

- Ahora tus plumas siempre van a ser negras. Ya nadie puede darte una amana ni confiar en ti para que se la guardes.

Desde aquel día, Albar ya no pudo recuperar sus plumas blancas ni la confianza de los demás.

Moraleja:

Si alguien confía en ti y te da algo para que lo guardes bien, o te cuenta un secreto, y tú lo defraudas, entonces ya nadie te va a creer nunca más. Así que ya sabes: pórtate bien, si no, nunca nadie te va a confiar una amana.

 

Referencias

Historia escrita por Amel Mediouni Semrouni en español.

Fábula con enseñanza moral sobre la "amana" (أمانة), de origen árabe. La fábula fue transmitida oralmente de padres a hijos. En mi caso, desde mi bisabuela hasta a mí.