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La historia del peluche mantita

Texto

Traducción en curso

José es el el primer bebé de la familia. Sus padres estaban tan orgullosos de él que invitaron al resto de la familia, sus amigos, la familia lejana e incluso los vecinos para venir a verlo. Todo el mundo encontró a José muy bonito. “¡Qué maravilla! ¡Qué sonrisa radiante!”
 

El abuelo de José fue la última persona en visitarlo, sin embargo, el vivía al lado de la calle. El era creador de ropa. Para su primer nieto, el hombre le regaló una magnífica mantita, que él mismo había cosido.

Muy rápido, José no se pudo separar de su mantita: la amaba ¡mucho, mucho! Era su peluche mantita.
Una noche, al ver el peluche mantita sucio y rasgado que José llevaba con él, su mamá lo regañó : “José, ¡Tu eres grande ahora! ¡Tu no necesitas más un peluche! Además está todo deshecho : ¡yo lo tiro!”

 

José no dijo nada, el espero a que su madre se fuera para recuperar su peluche mantita de la basura, después salió corriendo lo más rápido posible a la casa de su abuelito.

 

-¡Abuelito, ábreme! ¡Soy José! Mi mamá tiró mi mantita pero a mí me gusta mucho como para separarme de ella, ¿tú podrías repararla ?.

El anciano tomó la mantita, la examinó y dijo: “Mm.. José esta mantita ya te ha servido por mucho tiempo, pero ¡tengo una idea!”.

El abuelo reflexionó, agarró unas tijeras, se arremangó las mangas y se puso a trabajar.

 

El logró hacer un chaleco para su nieto, con bolsillos y botones. El chaleco le quedaba perfecto a José. Todo contento dio un beso a su abuelo y regresó a su casa.

 

Algunos años después, José creció pero no su chaleco. El chaleco se hizo muy pequeño para él. Su mamá no dejaba de decirle : “José, tu chaleco está inutilizable. ¡Yo lo tiró!”.


 

José no dijo nada, el espero a que su madre se fuera para recuperar su chaleco de la basura, después corrió de nuevo lo más rápido posible a la casa de su abuelo del otro lado de la calle.


 

-¡Abuelito, ábreme! ¡Soy José! Mamá tiró mi chaleco pero a mí me gusta mucho como para separarme de él. ¿Podrías hacer algo con él ?.

El anciano observó a José de los pies a la cabeza y le dijo:

-Mm.. José has crecido bastante… ¡o es el chaleco que se ha hecho pequeño!

Entonces, el abuelo reflexionó, agarró unas tijeras, se arremangó las mangas y se puso a trabajar.

Era un buen creador, porque él consiguió hacer una corbata que puso directamente sobre el cuello de su nieto. Todo contento, José aprendió a anudarla y regresó rápido a su casa.

 

De en adelante, José traía todo el tiempo su corbata, pero, después de algunas semanas… no olía muy bien, y la mamá del pequeño no estaba contenta del olor en la casa: “¡José, está corbata es un harapo! ¡Yo la tiró!”.

 

José no dijo nada, el espero a que su madre se fuera para recuperar su corbata de la basura, después salió corriendo otra vez lo más rápido posible a la casa de su abuelo, del otro lado de la calle.

-¿Abuelito estás ahí ? Soy yo José, mamá tiró mi corbata... a mi me gustaba tanto… ¿es que tu la puedes salvar, abuelito?

-¡Puf, huele mal! Pero voy a ver qué puedo hacer…

 

Entonces, el abuelo reflexionó, agarró unas tijeras, se arremangó las mangas y se puso a trabajar.

Era un creador hábil, y logró hacer un pequeño pañuelo, que inmediatamente José guardó en su bolsillo.

Agradeció su abuelo y partió.

 

El tiempo pasó y una noche la mamá de José tomó su pantalón para lavarlo, y buscando en sus bolsillos encontró el pañuelo, todo pegajoso y con agujeros.

-¡Oh José , este pañuelo no merece ni ser lavado!, viendo su estado, ¡Yo lo tiro!.

 

José no dijo nada, pero a la mañana siguiente el recuperó su pañuelo de la basura,  después corrió de nuevo lo más rápido posible a la casa de su abuelo del otro lado de la calle.


¡Abuelito, ábreme soy José! Salvé el pañuelo que mamá había tirado, ¿puedes hacer todavía algo con él?

Entonces, el abuelo reflexionó, agarró unas tijeras, se arremangó las mangas y se puso a trabajar.

Y, el creador hábil , logró hacer del pañuelo un bello botón en tela. José se fue a jugar a la pelota muy contento con el botón en su pantalón. Pero… durante el juego, él ¡perdió su botón!.

 

En pánico regresó a ver a su abuelo…

-¡Soy yo, ábreme abuelito!

-¿Qué te pasa mi niño?

-Perdí el botón de mi pantalón

-Lo siento José, pero sin nada yo no puedo hacer nada más… regresa rápido a tu casa.

Y el abuelo regresó a su atelier.

Una vez que regresó, José lloró un poco. Pero el tiempo pasó y años después, para no olvidar esta historia, él se puso a escribirla en su diario. Es ese mismo diario que yo encontré y es así como ahora yo puedo contarles todo.


Referencias

Primera versión : "Schmat doudou" (Muriel Bloch)
Cuentos de Chelm (yiddish), Isaac Bashevis Singer.

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